18 de agosto de 2010

Zapas

Tendría que hacer memoria pero, por más que me fuerce, no voy a lograr completar esta nómina simplemente porque hace mucho que empecé y en esos tiempos no todas las zapatillas tenían nombre o modelo, sólo era cuestión de sacarlas de la caja y ponerselas para salir a correr. Ahora todo es distinto. Te venden la zapatilla en combinación con remeras, camperas y calzas que tienen nombres propios y completan la colección. Mis primeros triatlones los corrí con unas Adidas blancas y negras que elegí con Naty porque había empezado el profesorado. Creo que corrí Lobos, varias veces Chascomús y hasta Baradero con esas. Y la verdad que resultaron muy fuertes y resistentes porque hasta este año las estuve calzando, pero ya para venirme en bici al laburo. Son tan viejitas que no tienen nombre, ni número, pero sí tienen el honor de ser las primeras, las que vieron mis primeras zancadas. Después llegaron las Response blancas con vivos rojos y negros, que según Jorgito Basiricó era “muy buen calzado” para esa época que arranque a entrenar fuerte con él, y la verdad es que, una vez más, esta totalmente en lo cierto. Con agujeros y roturas por todas partes se las pasé a mi hermano que es “menos detallista” y yo salté a las Nova. Siempre pisé Adidas, y éstas fueron las más lindas estéticamente que me tocó usar. Blancas radiantes con toques sutiles de naranja. Hermosas. Disfrutamos juntos varias veces del calor de La Paz, de las primeras medias maratones y fueron las únicas que me ayudaron a acercarme a los ritmos más vertiginosos. Eran tiempos de mucho entrenamiento y de muchos frutos. También con roturas varias dieron paso a sus sucesoras: las Supernova grises. Que con ese nombre prometían ser “super” superiores a las otras, pero la realidad es que resultaron ser como las pantuflas con forma de oso que venden en los puestos ambulantes del Once. Demasiado “cushion”, tan amortiguadas que molestaban. Aunque debo reconocer que hoy, lejos de la competencia es una linda sensación pisar dentro de una almohada. Pero para las carreras esa sensación no termina de convencerme. Por último, en ésta época de vacas flacas motivacionales llegaron las últimas de la zaga Adidas. Las nuevas resultaron ser muchísimo más técnicas, livianas y casi corren solas. Pero (acá también siempre hay un pero) las Ozweego también resultaron ser frágiles frente a mis ochenta y pico de kilos, situación que seguro tendría que haber hecho que eligiera otras, pero cuando me di cuenta de eso, ya tenía varios meses y kilómetros recorridos. Así y todo, pronto vamos a correr juntos los 21 k de la ciudad. En los entrenamientos venimos bien, y la verdad que los agujeros en la capellada le dan una ventilación extra que les voy a sugerir a los diseñadores de Adidas. Eso sí, las próximas zapas no van a tener que tener agujeros para los cordones, porque sino es un presupuesto en elásticos. Además, las próximas siempre tienen una ventaja, van a ser las mejores.