16 de julio de 2010

No queda otra que hacerle frente al frío

El dilema se repite todos los años, más aún cuando te toca un año sin tanta motivación. ¿qué hago con este frío? ¿salgo a correr y pedalear o me guardo en casa? La cuestión es que los días fríos se sucedieron, y la famosa ola polar ya pasó de castaña oscuro y parece que llegó para quedarse, al menos unos cuantos días. Así que paralelamente con mi decisión de salir como sea, encontré un artículo que me ayudo a reforzar esa determinación temeraria. Cuestión que volví a rodar. Esta vez con calzas largas, abrigo y los guantes a los que tanto me resistí toda la vida. A esta altura uno empieza a ceder en algunas cosas y esta es una de ellas. Los guantes nunca me parecieron necesarios, y hasta los veía como un artículo digno de vejetes. Pero a todos nos alcanza el calendario y aquí estoy, con mis guantes negros. En realidad no es una cuestión de edad, sino que es una cuestión de seguridad. El miércoles cuando vine al trabajo en la MTB hizo tanto frío que mis manitas comenzaron a helarse al punto de no sentir los dedos y perder sensibilidad en el frenado. Y a la tercera frenada tardía no lo dudé: era hora de comprar guantes. Y así lo hice. En cuanto al pedestrismo todavía no te terminé de encontrar la vuelta a la vestimenta, porque salgo levemente abrigado, pero al rato quiero sacarme todo y cuando hago a la inversa suelo congelarme aún con gotas sudorosas cayendo por mi sien. En fin, son gajes del oficio, nada tan terrible como quedarse sentado sin mover un músculo o sin que el viento frío te deje la cara colorada.

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