«Antes de escribir este artículo a pedido de mi amigo Guillermo Bermúdez, debo aclarar que el 90 % de los periodistas de rugby hemos practicado el deporte (con poco éxito generalmente), y provenimos de un club del que somos hinchas.
Con varios de estos campeones del Torneo del Interior con Duendes he compartido el Plantel Superior, con otros tuve la suerte de tener algunos minutos en cancha, y con el resto uno comparte el vestuario antes de ir a entrenar, el calentamiento hasta que nos separaban, las charlas de los entrenadores (uno de ellos, Raúl Pérez hoy en el staff de Los Pumas), la comida de los jueves y la pileta o fútbol del verano.
Es difícil hablar de este plantel, porque son mucho más que los 15 que entran, sin una subjetividad que es normal por todo lo antes explicado. Este equipo nos sigue maravillando a todos, con la camiseta puesta o con la pilcha de periodista, y a veces es complicado analizarlo y llegar a la razón del éxito.
Porque a veces parece que lo van a derrotar en instancias decisivas, en esas que no hay vuelta atrás, pero siempre resurge. Porque ya van un par de años en los que se pierden partidos que no definen nada y puede darse esos lujos. Porque aunque sufra, gana, gana y gana.
Y con este cuarto Torneo del Interior pasa a ser el club más ganador de dicho certamen, hecho para guapos en serio sobre todo cuando uno va de visitante, entonces señores no estamos hablando de un producto de la casualidad. Y hace dos años que es el monarca de todo lo que hay en disputa (Torneo del Litoral, Torneo del Interior y Nacional de Clubes).
¿Cómo se llegó a tanto para una institución tan humilde? Con fanatismo extremo y mucho trabajo, dejando de lado a veces cosas que deberían ser más importantes para el común de la sociedad. Jugadores, entrenadores, dirigentes y socios entienden la filosofía de que no nos gusta perder ni en los amistosos.
En este 2013, al conjunto de Tablada de Córdoba siempre peligroso, se agregó El Tala de la misma ciudad como grandes oponentes, sumado a que por llegar segundo en la zona había que disputar el clásico con el Jockey Club de visitante, el rival al que nadie quería cruzar por todo lo que se pone en juego.
Recordemos que Tala había derrotado a Duendes en la primera fase con absoluta justicia en Rosario, por eso los cordobeses mantuvieron la localía y los rosarinos a medirse entre sí, en lo que fue una batalla como siempre.
Viéndolo con el diario del lunes y habiéndose impuesto el “verdinegro”, más allá de una semana habladísima y con nervios de los dos lados, termina siendo una ventaja el no haber tenido que viajar.
Es que por ejemplo, ir en colectivo a Tucumán significan 2000 kilómetros en pocos días y el cuerpo lo siente, sobre todo en los más grandes. Pero claro, con el diario ya escrito. El factor anímico de las jornadas previas fue muy fuerte, al tratarse de la revancha de la final del Torneo Regional del Litoral disputada pocas semanas atrás.
Con mucha disciplina táctica y sin “jogo bonito”, el clásico volvió a quedar para los de Las Delicias, por escaso margen. Pero, como todos sabemos, en este tipo de match con tanta adrenalina e historia, es difícil que alguien saque una ventaja considerable. Una vez que el Jockey quedaba atrás, comenzaba otro campeonato, porque el no quedarse afuera en la tierra del enemigo de siempre implicó el sacarse una mochila muy pesada.
Ya en la cancha del histórico rival y a pocos minutos del pitazo final se empezaba a correr un rumor… ¿podría ser que este humilde equipo de poco más de 50 años fuera preliminar de Los Pumas – Australia en el “Gigante” de Arroyito? Corrían los días y
cada vez se hablaba más de Duendes – Tablada en una cancha mundialista. A muchos los emocionaba la idea, otros no queríamos perder la localía, entre los que me incluyo.
Y mientras discutíamos los de afuera por si convenía o no salir de nuestro pequeño reducto, la TV daba su versión de que tenía que jugarse en Rosario Central… y todos sabemos quién manda en la actualidad de los deportes.
Y llegó el día nomás. Debo decir que poder observar a Duendes allí me significó algo muy fuerte, que no me lo imaginaba. Porque aunque hayamos jugado al rugby, el 110 por ciento de los rosarinos transpiramos fútbol. Fue raro, parecía un partido internacional pero con poco público, éramos los de siempre y algunos amigos de otras entidades que nos pusieron el hombro.
Y fue infartante. Puede que a algunos jugadores el ser preliminar del seleccionado argentino, en una cancha grande, con familiares en las tribunas les haya pesado. “Hicimos todo para perder” me dijo Leandro González, quien vio la amarilla por una tontería. “Dios me ama” me comentó un tiempo después José Basso, cuyo error permitió a los cordobeses ponerse al frente. Demasiados yerros para gente que no está acostumbrada a cometerlos. Pero… el campeón siempre resurge.
Y lo fue a buscar siempre y en tiempo de descuento lo encontró con el try del juvenil Felipe Arregui, hincha fanático de Newell´s, siendo procer en la cancha del “canalla”.
Todos abrazados en los diferentes rincones del estadio “auriazul”, y de repente alguien dice… “pidieron TMO”. Fueron 5 minutos (o 1 año, no lo sé) chequeando la jugada para ver si el pase de Pedro Escalante hacia el tryman había sido hacia adelante, cosa bastante difícil de comprobar por el ángulo de la cámara. Parecía pero no era una evidencia muy clara, por lo que el árbitro Anselmi, no muy convencido debo decir, terminó por convalidar el try que empataba las acciones.
Quedaba la conversión en los pies de Mateo Escalante, el hombre del 100 por ciento de efectividad contra este mismo contendiente en la final del Nacional de Clubes, apertura totalmente certero a los palos. Y en el césped del cuadro que es hincha… ¿había chance de que lo erre? NINGUNA!!
El que se disfrazaba de Aldo Pedro Poy en las fiestas de disfraces de verano en el club, marcaba la diferencia en el “Gigante”, un sueño para él.
Así en tiempo de descuento se llegó a otro encuentro cúlmine. Fue raro ver a los chicos abrazarse de lejos y que no pudieran mezclarse con amigos y familiares, pero son las leyes de haber jugado en un estadio de fútbol.
Y llegó la semana previa… Tala se había impuesto a Universitario de Tucumán como local, por lo que había sorteo de dónde sería la finalísima. Y con el número impar se ganó en el sorteo de la Lotería Nacional, para que el cotejo sea en casa.
Hablar del mismo es extraño, ya que hubo partido por 35 minutos como mucho, luego todo se inclinó a favor de Duendes. El Tala, que lo había vencido poco tiempo antes, fue un elenco desconocido y sin reacción. Reconozco que me había gustado mucho lo que vi de los cordobeses anteriormente, y todavía no entiendo el por qué los 30 puntos de diferencia en un match a priori tan complicado.
Pero a nadie le importaron las causas de la superioridad… y a festejar este cuarto título, en Rosario y todos juntos como nos gusta.
-¿No se cansan de ganar?- me preguntó un amigo de otro club de la ciudad. Y… creo que ahí está el secreto del éxito y de la VIGENCIA, en nunca pensar que lo hecho es mucho. Algún día recordaremos a este equipo con orgullo, mientras tanto, y para no perder el hilo victorioso, los entrenadores le seguirán diciendo a este plantel que el partido más importante del año es el que viene… aunque sea un amistoso.
Salud campeón!!»
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