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23 de junio de 2010
A octavos
Después de un primer tiempo trabado y con las chances argentinas intactas, la segunda parte fue igual, pero el cansancio mostró grietas en la muralla griega. Y por ahí se filtraba Messi, más tarde Di María y Pastore. En los primeros 45 minutos la pelota merodeó con paciencia de banda a banda por la mitad del campo en los sabios pies de Verón, buscando el espacio justo para meter la puñalada precisa que destrabe el marcador. En el complemento, la indomable Jabulani estuvo más vertiginosa y en el área de tres cuartos de cancha, más cerca de la boca del área de los europeos. Mientras, en el fondo, Burdisso y Romero estaban muy firmes, pero Micho seguía mostrando algunos errores que podían costar caro. Clemente iba e iba. Maxi otra vez pasó inadvertido sin ir y sin defender demasiado. Messi a ritmo de media máquina hacía todo lo que quería. Aún con tres tipos esperandolo se las ingenió para tener cuatro o cinco situaciones claras que el arquero se encargó de desviar. ¿Se dieron cuenta que todo lo que patea el 10 va al arco? Pareciera que los arqueros están esperando que el pibe patee para lucirse ante millones de espectadores. Y por fin llegamos a Palermo. ¿Hace falta gastar más tinta (o más bites) en este fuera de serie? Si ya con la familia en la tribuna era algo emocionante. Con sólo saber como se definió la entrada del grandote ya se te hacía un nudo en la garganta. Y ni hablar cuando mostraron al hermano llorando con sólo ver al 18 adentro de la cancha. Emocionante para cuervos, gallinas, diablos y guardias imperiales. Gracias DT por el fútbol, por este Argentina 2 - Grecia 0. Gracias por estas lágrimas.